“Y di a las creyentes
que bajen la vista con recato, que sean castas y no muestren más
adorno que los que están a la vista, que cubran su escote con el
velo y no exhiban sus adornos sino a sus esposos, a sus padres, a sus
suegros, a sus propios hijos, a sus hijastros, a sus hermanos, a sus
sobrinos carnales, a sus mujeres, a sus esclavas, a sus criados
varones fríos, a los niños que no saben aún de las partes
femeninas. Que no batan ellas con sus pies de modo que se descubran
sus adornos ocultos”.
“Por
lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las
manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.
Que las mujeres, por su parte, se arreglen decentemente, con recato y
modestia, sin usar peinados rebuscados, ni oro, ni perlas, ni
vestidos costosos. Que se adornen más bien con buenas obras, como
conviene a personas que practican la piedad. Que las mujeres escuchen
la instrucción en silencio, con todo respeto. No permito que ellas
enseñen, ni que pretendan imponer su autoridad sobre el marido: al
contrario, que permanezcan calladas. Porque primero fue creado Adán,
y después Eva. Y no fue Adán el que se dejó seducir, sino que Eva
fue engañada y cayó en el pecado. Pero la mujer se salvará,
cumpliendo sus deberes de madre, a condición de que persevere en la
fe, en el amor y en la santidad, con la debida discreción”.
(Solución: La primera cita es de Corán, 24,3, la segunda de una carta de San Pablo, I Timoteo, 2, 8-15).
No hay comentarios:
Publicar un comentario