miércoles, 26 de noviembre de 2014


Al comienzo de la clase, hemos recordado lo trabajado en la clase anterior.
Todas las especies de animales se comunican de una forma u otra pero sólo nosotros, los seres humanos poseemos un lenguaje “especial” que utilizamos para comunicarnos mediante un sistema de signos. Nuestro lenguaje se divide en tres planos diferentes:
  • El significante: una sucesión de fonemas. En el español tenemos 24 fonemas. Se relaciona con el propio signo lingüístico.
  • El significado: idea o concepto asociado a un significante. Y es propio de la mente.
  • El referente: realidad que trata el mensaje.
Pero ¿cuándo surgió por primera vez el lenguaje?, ¿cómo apareció?, ¿dónde?, ¿y de qué manera se desarrolló?

Podemos observar que los niños pequeños al nacer no saben hablar pero con el paso del tiempo comienzan a hacerlo. Pero realmente, entre 1-4 años aprenden a relacionar los elementos del signo lingüístico: el significado y el significante.
Esto es debido al desarrollo cerebral. Los paleoantropólogos consideran que es necesaria una capacidad craneal de al menos unos 900 cm3 para permitir la aparición de nuevas capacidades y actividades complejas. Gracias a este dato, podemos tener la idea de que Homo Ergaster, por su capacidad craneal, podría haber sido el primero en desarrollar el lenguaje.

También, hemos hablado de la cultura cuyo significado es el conjunto de informaciones adquiridas a través del aprendizaje social, como los memes.

Ademas, hemos recordado los términos hominización y humanización. A lo largo de los millones de años de evolución se produce la hominización que es la aparición de nuevas características físicas y observables perceptibles en los fósiles. Por ejemplo, la bidepestación , la liberación de las extremidades superiores, el desarrollo cerebral... Y también se produce la humanización que son las cualidades no visibles como la capacidad del pensamiento, las vidas sociales o los cuidados a los enfermos.
Como ya hemos visto el hecho de transmitir información no es exclusivo de los humanos si no que los animales también la transmiten en menor cantidad.

El ejemplo del que hemos hablado en clase es el de los macacos japoneses. En 1953, una hembra de 15 meses de edad estaba jugando en la orilla del mar y empezó a lavar las patatas y aprendió que estaban más buenas limpias. Este aprendizaje se pasó a sus compañeros de juego de la misma edad y éstos a sus madres pero los machos eran los últimos en aprenderlo. Al cabo de años eran 39 animales de 59 los que habían adquirido este aprendizaje.
En conclusión, la cultura animal se transmite y se aprende por imitación y la cultura humana a través del lenguaje con gran variedad y riqueza.
Valeria González Artacho.

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