El texto de Darwin donde menciona a los icneumónidos y sus objeciones al creador bondadoso:
Respecto al punto de vista teológico
de la cuestión, siempre es difícil para mí. Estoy perplejo. No
tenía la intención de escribir desde un punto de vista ateo. Pero
reconozco que no veo pruebas de designio y caridad en todas partes
con la misma claridad que otros, ni como yo mismo querría ver. Me
parece que hay demasiado sufrimiento en el mundo. No puedo
convencerme de que un Dios bondadoso y omnipotente creara
deliberadamente los Ichneumonidae con la expresa intención de
que se alimentaran del cuerpo viviente de las orugas, o que un gato
tenga que divertirse jugando con los ratones. Y puesto que no creo
todo esto, no veo que haya necesidad de creer que el ojo fuera
expresamente diseñado. (...) Estoy íntimamente convencido de que la
totalidad de la cuestión es demasiado profunda para la inteligencia
humana. (...) Ciertamente estoy de acuerdo con usted en que mis
opiniones no son ni mucho menos necesariamente ateas. (...) Pero
cuanto más reflexiono, más perplejo estoy (Charles Darwin.
Carta a Asa Gray, 22 de mayo de 1860).
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