viernes, 11 de septiembre de 2009

¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?

Quino. Mafalda.

A veces, antes de hablar acerca de algo, resulta necesario empezar definiendo aquello a lo que nos referimos. Tal vez no haya que perder tiempo explicando qué es la Historia, la Biología o las Matemáticas, pero, ¿y la Filosofía? ¿Qué es y de qué trata? Como ves en esta viñeta la inquieta Mafalda puso a su padre en un aprieto al hacerle esta pregunta. Incluso hay quien piensa, y así puedes leerlo en el libro de texto, que esta es ya una pregunta filosófica, por lo que no es posible contestarla "antes" de empezar a hablar de Filosofía. Vaya lío, ¿no? Bueno, nosotros vamos a empezar analizando dos definiciones. La primera es la del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE):

filosofía.

(Del lat. philosophĭa, y este del gr. φιλοσοφία).

1. f. Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano.

2. f. Doctrina filosófica. Por ejemplo: La filosofía de Kant.

3. f. Conjunto de doctrinas que con este nombre se aprenden en los institutos, colegios y seminarios.

4. f. Facultad dedicada en las universidades a la ampliación de estos conocimientos.

5. f. Fortaleza o serenidad de ánimo para soportar las vicisitudes de la vida.

6. f. Manera de pensar o de ver las cosas. Así en la frase: Su filosofía era aquella de vivir y dejar vivir.



La segunda, que más que una definición es ya una respuesta "filosófica" es del pensador británico Bertrand Russell (1872-1970):

El valor de la filosofía.

Habiendo llegado al final de nuestro breve resumen de los problemas de la filosofía, bueno será considerar, para concluir, cuál es el valor de la filosofía y por qué debe ser estudiada. Es tanto más necesario considerar esta cuestión, ante el hecho de que muchos, bajo la influencia de la ciencia o de los negocios prácticos, se inclinan a dudar que la filosofía sea algo más que una ocupación inocente, pero frívola e inútil, con distinciones que se quiebran de puro sutiles y controversias sobre materias cuyo conocimiento es imposible.

Pero ante todo, si no queremos fracasar en nuestro empeño, debemos liberar nuestro espíritu de los prejuicios de lo que se denomina equivocadamente «el hombre práctico». El hombre «práctico», en el uso corriente de la palabra, es el que sólo reconoce necesidades materiales, que comprende que el hombre necesita el alimento del cuerpo, pero olvida la necesidad de procurar un alimento al espíritu. Si todos los hombres vivieran bien, si la pobreza y la enfermedad hubiesen sido reducidas al mínimo posible, quedaría todavía mucho que hacer para producir una sociedad estimable; y aun en el mundo actual los bienes del espíritu son por lo menos tan importantes como los del cuerpo. El valor de la filosofía debe hallarse exclusivamente entre los bienes del espíritu, y sólo los que no son indiferentes a estos bienes pueden llegar a la persuasión de que estudiar filosofía no es perder el tiempo.

[...]La filosofía, como todos los demás estudios, aspira primordialmente al conocimiento. El conocimiento a que aspira es aquella clase de conocimiento que nos da la unidad y el sistema del cuerpo de las ciencias, y el que resulta del examen crítico del fundamento de nuestras convicciones, prejuicios y creencias. Pero no se puede sostener que la filosofía haya obtenido un éxito realmente grande en su intento de proporcionar una respuesta concreta a estas cuestiones. Si preguntamos a un matemático, a un mineralogista, a un historiador, o a cualquier otro hombre de ciencia, qué conjunto de verdades concretas ha sido establecido por su ciencia, su respuesta durará tanto tiempo como estemos dispuestos a escuchar. Pero si hacemos la misma pregunta a un filósofo, y éste es sincero, tendrá que confesar que su estudio no ha llegado a resultados positivos comparables a los de las otras ciencias. Verdad es que esto se explica, en parte, por el hecho de que, desde el momento en que se hace posible el conocimiento preciso sobre una materia cualquiera, esta materia deja de ser denominada filosofía y se convierte en una ciencia separada. Todo el estudio del cielo, que pertenece hoy a la astronomía, antiguamente era incluido en la filosofía; la gran obra de Newton se denomina Principios matemáticos de la filosofía natural. De un modo análogo, el estudio del espíritu humano, que era, todavía recientemente, una parte de la filosofía, se ha separado actualmente de ella y se ha convertido en la ciencia psicológica. Así, la incertidumbre de la filosofía es, en una gran medida, más aparente que real; los problemas que son susceptibles de una respuesta precisa se han colocado en las ciencias, mientras que sólo los que no la consienten actualmente quedan formando el residuo que denominamos filosofía.

[...] Para resumir nuestro análisis sobre el valor de la filosofía: la filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, puesto que, por lo general, ninguna respuesta precisa puede ser conocida como verdadera, sino más bien por el valor de los problemas mismos; porque estos problemas amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen nuestra imaginación intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espíritu a la investigación; pero, ante todo, porque por la grandeza del Universo que la filosofía contempla, el espíritu se hace a su vez grande, y llega a ser capaz de la unión con el Universo que constituye su supremo bien.

Bertrand Russell. Los problemas de la filosofía.
(puedes leer más de este texto en
http://www.filosofos.net/russell/obras/russell_obras_prob_fil.htm )

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