martes, 17 de noviembre de 2015

El lenguaje y el conocimiento

Hoy, al comenzar la clase, hemos leído la entrada del blog anterior donde el tema principal era la curiosidad de las mujeres, y para cerrar este tema el profesor mencionó el relato del Génesis donde Eva, movida por la curiosidad, hace lo que no debe y por ello, es castigada.
A continuación, al corregir la actividad del anterior día que consistía en crear un cuadro donde se reflejase la realidad de un suceso, la explicación y la predicción, varios compañeros han contestado. El primer compañero propuso como realidad un hombre que a causa de no llevar calzado adecuado, se cae en una pista de patinaje, pero el profesor comentó que este ejemplo no era válido.
Después, otro ejemplo fue que mientras más deporte se hacía, se tenían más agujetas, pero el profesor resaltó que ese pensamiento era producto de la sabiduría popular, no una explicación teórica y comentó lo mismo de las suposiciones de los demás compañeros.
Tras corregir esta actividad, pidió a una compañera que explicara el triángulo del signo lingüístico, en el cual se hallan tres elementos: significado, significante y referente. Seguidamente, añadió que el contenido mental es el significado, la realidad el referente y por último el significante, es un puente entre el significado y el referente ya que pone de relación la experiencia de lo mental con el exterior. De esta manera, se comunican las personas y comparten contenidos mentales. Por lo tanto, llegó a la conclusión de que los seres humanos tenemos una cultura acumulativa que obtenemos a través de la transmisión de conocimientos mediante el lenguaje. A partir de esta idea, se planteó que una persona que tuviera bloqueado el canal de acceso a la información no podría acceder a la realidad, por lo tanto, habría que utilizar un sistema de enseñanza específico, y para entenderlo recomendó ver la película: ``El milagro de Ana Sullivan´´
Para concluir y finalizar la clase, explicó la teoría de Chomsky, una hipótesis revolucionaria que explicaba que los niños poseían una programación innata para aprender el lenguaje.
Finalmente, mandó como tareas buscar en internet las explicaciones científicas de las agujetas y de la subida de los bizcochos.



 Raquel Pallarés Martínez

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